miércoles, 19 de noviembre de 2014

A lo mejor ...la guerra



“A lo mejor la  guerra llegó antes que el tejado”.  Herta Müller y “Todo lo que tengo lo llevo conmigo”.




Me dormí con esta frase, me desperté con ella. 
Trataba de identificar el  momento en que las cosas no salen como se prevé, pero son tantos…
Tras los cimientos llegan las paredes y luego el tejado. Sin embargo, en esta ocasión el tejado no llegó, la casa quedó inacababa para siempre. La guerra llegó antes.
La expresión no permite una idea cerrada. Cualquier circunstancia en la que las previsiones no se cumplen queda implícita en esta proposición. Todo en suspenso: el orden lógico del devenir de los acontecimientos, la premisa inicial, la consecuencia .
El resultado incuba un cáustico sustrato de sinrazón. La guerra llegó antes, a lo mejor.
En realidad ¿ qué momento se puede discernir como  “tejado”? Suele ser tan breve que más se parece al impermeable ocasional de un sólo uso,  de esos incapaces de resistir un aguacero en condiciones.  Nada es para siempre, porque, además, la guerra suele llegar antes.
La incertidumbre es más que un principio desentrañado para evaluar lo no evaluable en cuestiones científicas. Cabe casi todo, la vida entera cabe.
Las ocasiones para desperdiciar la ilusión cada vez son más escasas. Incluso sin hambre y con pan, los huesos siguen doliendo. 







martes, 4 de noviembre de 2014

La reinvención social , de menor a mayor


En palabras de Guattari, autor de Tres ecologías y motivador de este escrito, sin un modelo ecosófico  estamos desamparados.

La ecosofía, en términos globales, es tan imposible como la igualdad entre personas o la defensa real de los derechos humanos, obviamente teniendo en cuenta el contexto sociopolítico actual. Sin embargo, unificar visiones respecto a la ecología ambiental no nos parece extraño, es, desgraciadamente, el único aspecto que parecen respetar, entre comillas, algunos gobiernos.
Igualmente, defiende Guattari, la ecología social y la mental conforman , junto con la anterior, un todo indisoluble. El texto de Guattari es explícito y revolucionario pese a los años transcurridos desde su edición. Y lo es porque poco se ha argumentado mejor o nuevo. Es más, éste continua en los albores de la utopía. 
Que un texto de indudable sustento social no tenga necesidad de renovarse en 20 años o más, sí que es sintomático. Nuestra sociedad padece el mal de la ceguera cerebral, sólo resquebrajada por movimientos arrítmicos, aleatorios y controlados concienzudamente por el capitalismo. Vivimos en un sistema que, pese a haber mostrado abiertamente sus carencias,  la sociedad ampara sin el menor reparo en muchos casos y grandes contradicciones en otros. Pero la confrontación real con el sistema existe en algunos núcleos, no por minoritarios desdeñables, y, cada vez más, ocasiona descalabros abrumadores, de momento intelectuales, ya que colapsan  una concepción arraigada desde el nacimiento del capitalismo y la vinculación al mismo de las pseudodemocracias occidentales. Pero el eco que estas fisuras reproducen no alude a otra cosa que al quebrantamiento definitivo de un caparazón armado a base de laceraciones flagrantes del sentimiento colectivo e individual de ser sin pertenecer, contra la subjetividad que emerge y la colectividad que crea y crece respetando la singularidad.
En contra de la opinión sesgada que concentra la información en minorías desprotegidas, cabría matizar que tales minorías no existen salvo en el discurso falaz que esgrimen los gobiernos. La población desprotegida ante las leyes no es minoría. El abuso del Estado  no se orienta a una minoría. Las personas afectadas por prácticas que atentan directamente contra los derechos humanos, no son minoría.
Si el sistema-gobierno-estado se empeña en refrendar los aspectos minoritarios según sus intereses para salvar occidente y respaldar la especulación tanto intelectual como económica agrediendo directamente a un porcentaje amplio de la población, habremos de centrar la estrategia de manera mayoritaria.
No estoy haciendo referencia a España-Europa-Comunidad canónica europea, sino al conjunto de personas que padecen diariamente  prácticas abusivas incluyendo esta última configuración geopolítica.
La mayoría sobrevive con sueldos bajos, recortados paulatina o abruptamente, incluso con la pérdida del empleo. La mayoría soporta la contundente incompetencia de los gobernantes que amparan la corrupción, el desarme moral y económico de la ciudadanía, la desigualdad y la connivencia con exigencias externas de una minoría-gobernante de los países poderosos- y, en consecuencia,  la mayoría, extendiendo  fronteras o borrándolas, porque hablamos de derechos y eso es lo único que no se ha globalizado, padece hambre, violencia y discriminación, convive de manera permanente con conflictos armados en apariencia indisolubles, y genera, incomprensiblemente, la riqueza explotada por la minoría que, de hecho, posee las redes económicas y políticas. Luego, a efectos globales, padecemos los males que una minoría genera a partir de un abuso mayoritario.
¿Qué nos cabe esperar de un sistema que no concibe su propio fracaso y arrastra, o pretende arrastrar tras de sí a la gran mayoría de la población?
¿Un sistema que amputa derechos deliberadamente y cuenta con el consenso de las minorías que gobiernan el mundo?
Me cabe, nos cabe, la esperanza de que este sistema sea decapitado por la mayoría.
Una mayoría plural de cualidad singular.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Versos sin título. Sobre Herta Müller




Comenzó a recortar palabras para distraer el miedo, para obtener una sujeción, un apoyo - dijo la intérprete. Siempre pensó que no se haría mayor, que la matarían antes, de modo que escribir, hacer collages y dibujos, suponía un modo de mostrarse y mostrar lo que sentía al tiempo que componía el mundo de manera no accesible al servicio secreto rumano.

En su pueblo natal se preguntaba por el campo, los animales, los acontecimientos cotidianos, le fascinaba el paisaje urbano, la vida en otra dimensión. Preguntas ingenuas, se podría pensar, pero era la estrategia de las palabras-salvavidas. Más tarde, en Alemania, las palabras recortadas se acumulaban en mesas esparcidas por la casa, desplegadas como un mapa secreto. Palabras que, identificadas desde la lengua rumana, poseen un significado diferente si se piensan en alemán. Los títulos de sus obras guardan un aspecto misterioso, o, al menos difuso: “El hombre es un gran faisán en el mundo”. En rumano alude a que es una presa fácil por su torpe vuelo; es grande y vistoso pero   se convierte en un blanco probable. En alemán, el faisán ostenta un plumaje hermoso,  revierte su significado y se obtiene así un calificativo sinónimo de arrogante. Pero ella escribe en alemán, aunque piensa, a veces, en rumano.
Los poemas se transforman en una imagen compuesta por palabras recortadas, de colores, tipografías y tamaños diferentes, un dibujo completa el poema, lo termina, lo cierra.
La muerte y la poesía, la poesía y el miedo, la humillación y la búsqueda de la dignidad transmutada en poesía, el rumor de las palabras al chocar, al expandirse, al mezclar los colores con la poesía oculta en la vida oculta, en la mente sin fisuras perceptibles donde se encuentra a salvo del expolio. El desglose de las palabras escuchadas y vistas, comprendidas y guardadas, el tesoro de las palabras, la imagen de las palabras, la reafirmación, la distracción del miedo, el control de la incertidumbre, la desazón, la pérdida de un lugar  y no de un propósito, el pañuelo en la escalera como único escritorio, el valor, la persistencia de querer ser, de ser aun en el hueco de una escalera. El contraste del sentido aleatorio de las palabras en lenguas diferentes, la metáfora frente al pragmatismo ilustrado, la concepción del mundo en palabras proyectadas en una pantalla, el dolor  de representar la vida en una postal llena de palabras recortadas para congestionar el miedo, para gestionar el miedo. La carencia de artificio, la desnudez del vocablo perdido entre el público ávido de sentido convencional, de corrección esquemática y la licuación metafórica acrecentada por la conformación de imágenes improbables. El azar, el miedo otra vez, la mente libre, el corazón prensado, la muerte verbalizada, el ansia de sobrevivir al engaño real, la fascinación por las ficciones paralelas igualadas a verdades paralelas, las vacas con nombre, las plantas y la cotidianidad de las circunstancias.
Tejido verbal y sustantivo que configuró un discurso de lucidez extrema sin dejar de lado la autenticidad.

miércoles, 16 de julio de 2014

Comer, beber, no amar


Imaginaba  que en la edad madura las relaciones serían más sencillas,   se nos presupone cierta destreza. En realidad, ocurre como con  cualquier otro  presupuesto, a veces se acepta y otras resulta un fiasco.
Hacer, pienso, hacemos lo que creemos conveniente, quizá ese sea el error. “Lo conveniente” sin matizar, es un término de por sí ambiguo dependiendo de cada cual. Lo conveniente puede ser la franqueza, la precaución, la honestidad… para otras personas puede ser dejarse llevar y permitir que fluyan las emociones. En ocasiones, “dejar fluir” aloja la trampa de quien no sabe lo que quiere. Y aquí el segmento oscila entre quienes buscan salvarse, olvidar o experimentar. En cualquier caso, creo que todo está condicionado. No venimos de la nada aunque desconocemos “el todo” de quien tenemos enfrente. Hemos de suponer que “su todo” se articula, más o menos, del mismo modo que el nuestro: desamores, crisis, relaciones frustradas, mitos… y toda la parafernalia amorosa o sexual que queramos añadir, que, se verbalice o no, existe. Y no es un alien proveniente del espacio exterior sino una estructura sumamente compleja que se creó a base de sueños - algo no negociable- , frustraciones, deseos, pasados … ¿cuánto más hay ? La casualidad… esa doble luna que casi nadie ve,  salvo que se coincida con Murakami en 1Q84.

Las personas se encuentran al azar¿!? Conectan por afinidad o necesidad.  La afinidad marca pautas confusas hasta en el cerebro más entrenado. La necesidad suele estar detrás, esperando el momento de cubrir vacíos o saciar sed, hambre… compartimentos cerrados durante un tiempo para abrir después sin aviso, ansiando quizá que alguien adivine…  deseando adivinar quién, o magia, o el milagro de los peces... La necesidad tiene pulso propio, independiente. Sea cual sea el frente, actúa alterando la percepción o encauzándola hacia un estrato diferente al que la razón dicta. Una disquisición estéril. La respuesta siempre quedará oculta.

Continuamos con la torpeza proverbial que vertebra cada una de las relaciones. 
Amarillean las cartas de amor, los versos de Pessoa… la receta se sazona con especias llegadas de lugares lejanos y/o virtuales, no sólo metafóricamente; emplatamos como podemos tras refreír lo que queda en la memoria-despensa; presentamos la casquería como especialidad de la casa, error: las entrañas no son  aptas para todos los paladares. La suerte será desigual. Podemos deconstruir una calabaza en crema de retruécanos y fundue de chocolate, incluso congelar el ambiente sin necesidad de nitrógeno líquido, pero igualmente acabaremos con el estómago vacío.  
Si a pesar de todo seguimos teniendo ganas de comer, cabría valorar una bipolaridad no diagnosticada o una inclinación masoquista a prueba de desengaños.

No hay receta para una buena relación ni para una mala, pese a distinguir los ingredientes dañinos. La cuestión, nada desdeñable, radica en que sólo puede valorarse después. Y “después” no es una coordenada matemática, inalterable y objetiva. Después es para unos el principio del proceso cognitivo mientras para otros es el final. Puede ser la diferencia entre atiborrarse  o ingerir aquello que toleramos. Entre conocer y no, entre caminar antes de correr o lacerar un músculo saltando sin medida.

Poder, podemos trufar las relaciones a voluntad, prerrogativa nuestra que las inventamos siempre en confrontación con la invención  “del otro”, ambas sin consensuar.

Las patatas con vinagre siempre serán eso: algo elemental para paladares acostumbrados a manjares sencillos. Las circunstancias obligan a probar algunas recetas nuevas. Me agrada, siempre que no incluyan un ingrediente indeseable.

Eso sí, en la madurez he comprobado que una aparente exquisitez puede ir envenenada o unas patatas con vinagre presentarse engalanadas hasta confundirse.
No es falta de pasión, pero a veces es mejor levantarse de la mesa.








miércoles, 28 de mayo de 2014

Diario de viaje II


Diario de viaje II

Esto de estar en Ámsterdam tiene sus ventajas. Una se acerca a los parques como si fuera la primera vez que ve las flores, lluvia suave todo el día. Las plantas crecen solas y con apenas una chaqueta es suficiente, si es prestada, mejor; si huele a ti, dos puntos. 
¿Cuándo te dije que me gustaba la lluvia? Es cierto. Sólo tengo algo más de precaución con el asfalto, las dos ruedas son muy vulnerables a la  lluvia. Más que yo.

Paseamos. Algunos cafés aparecen a los ojos como un refugio de otro tiempo, aquél en que se fumaba en los bares mientras sonaba jazz  y el bourbon se tomaba a tragos cortos.
No es que cualquier tiempo pasado fuese mejor, es que los cafés de franquicia que ahora crecen como setas , son intragables. Podría estar en cualquier sitio siempre que conservara una pizca de integridad. Ignoro cómo hemos llegado aquí, cómo nos hemos acostumbrado de tal modo al cartón piedra. Pocos lugares se reservan a la autenticidad, pocos, casi ninguno. La mayoría de las ciudades son suplantadas por un escenario de parque temático, carecen de capacidad para inventar recursos y crecer de un modo sostenible.  Obviamente, no son las ciudades, aunque consideremos que poseen una entidad suficiente para cautivar o ser rechazadas, la ciudad no es sino la representación esquemática de quienes la crearon, y no fue, podemos constatarlo, Italo Calvino. Ojalá! (Véase Ciudades Invisibles) .
Al margen de esto , pero no al margen, en general nos movemos diariamente entre cámaras de seguridad -¿seguridad para quién?- pantallas mediáticas que inundan el horizonte- mas bien avasallan e invaden nuestro tránsito- y estertores de espacios que agonizan mientras algún especulador se frota las manos.  Aún no he visto eso en Ámsterdam. Los canales cumplen una función histórica esencial y la conciencia de mantener el entorno aglutina algo más que compartir un carril bici.
Se puede comprar cualquier cosa que una desee, no en vano fue, desde los orígenes, una ciudad portuaria desde donde se creó una red comercial a escala mundial. Tampoco es extraño que la burguesía, protagonista por su gran papel frente al Antiguo Régimen, sentara sus bases aquí;  ni  parece raro asumir que comenzó así el interés coleccionista de obras de arte… y la bolsa.
Sí, hay cosas que el mercantilismo trae, no todas eran malas. Ahora he de cambiar mi idea sobre los sistemas políticos, pero no sobre Ámsterdam. Aquí me siento bien, y estoy casi segura de que la mayoría de obras de arte que exhiben en sus museos, no provienen de expolios como las de los grandes museos  de Alemania o Gran Bretaña, por poner algún ejemplo reconocible.

En unos años veremos donde acabaron las obras robadas durante la guerra de Irak…
Pero ahora estoy en Ámsterdam y el corazón me late al ritmo del pedaleo. Sólo quiero una Heineken y besarte. Después de todo. 

lunes, 26 de mayo de 2014

Diario de viaje I


Volé a Ámsterdam el 24 de mayo, fecha afortunada si odias, como yo, los efluvios constantes del anacronismo convertido en fiesta popular ineludible. Noche previa de cansancio mortal y desazón, tareas por cumplir no cumplidas y despropósitos a discreción.
El paisaje desde el avión me alejaba de un lugar acostumbrado a otro sin posibilidad de comparación temporal: hacía 18 años que estuve aquí por primera vez, aunque casi no lo supe. Era demasiado joven, más que entonces.
Paisaje añorado y no familiar, dos aspectos cautivadores.
En la primera mañana,  la ciudad fluye en los canales y dentro.
Indescriptible la sensación de pasear por un lugar soñado en sueños de verdad. Mercados, bares, gente afable, golosinas para el cerebro.
Te recuerdo en tu estrato. Ciudad provinciana anclada en viejos méritos indemostrables a estas alturas de la historia, aunque las Fuentes historicistas opinen lo contrario. Te recuerdo, pero anhelo no estar en el mismo sitio a no ser que estuvieras aquí, donde sé  que no puedes. Te escribo, envío mensajes, instantáneas del tiempo no pensado que transcurre a medias entre querer y no. Te recuerdo, te digo. Leo tus correos colmados del acontecer diario de las dudas que amparas y el soliloquio de la virtualidad, comunicación asincrónica sin parangón. Leo tu mensajes pero no atisbo el símil, es imposible contrastar el tiempo en Ámsterdam con el de una vieja ciudad que nunca ganó terreno al mar, nada más claro.
La ciudad donde vives, está plena de mujeres y hombres que no
te aman, que adormecen el deseo como seres pez mientras el río carece de expectativas, casi no es río, casi es estanque. Un río que no piensa en mar, sino en quedarse, en remover el agua en el molino de la esquina para irse a otro. La ambición es un límite certero vuelto del revés sobre sí mismo, acomplejado y torpe.
Me quedo en Ámsterdam, donde los veneros se renuevan con las corrientes alternas de agua y rebeldía, donde lo que hoy existe, mañana sólo estará en mi recuerdo. Y todo habrá cambiado. Por fortuna.

lunes, 24 de marzo de 2014

Sincrónico / asincrónico


Tengo una amiga que cada vez que viaja, y lo hace con frecuencia, me envía una postal desde la ciudad en que se encuentra. Es algo que me gusta, un ritual mantenido en el tiempo que nada tiene que ver con la tradición impuesta. Semanas después de su regreso, recibo la postal, y en ese instante se actualizan las emociones. Habitualmente nos comunicamos de otro modo, la inmediatez de Internet resulta abrumadora y, aunque reconozco sus posibilidades casi infinitas, la estimo, en ocasiones, desproporcionada.

Tal desproporción no responde sino a la pérdida de privacidad: alguien sabe que hemos recibido un mensaje y no hemos contestado de inmediato; alguien conoce exactamente nuestra ubicación; los detalles de nuestra biografía; las páginas que visitamos; el momento preciso en que aparecimos por un foro y etcéteras que llenarían varias páginas. Alguien, obviamente, suma beneficios con toda esa información en apariencia inocua. Conocemos los ajustes necesarios  para limitar la información que vertemos a la red, sin embargo, todo ello supone un esfuerzo añadido cuando no, el mal funcionamiento de algunas aplicaciones. La existencia de estas redes no nos obliga a permanecer en ellas, si bien es cierto que eso nos relegaría a la puerta trasera de la actualidad. La sincronía es el nuevo grial.
Un poco de historia. Recuerdo un trabajo de Sophie Calle elaborado a raíz del hallazgo casual de una agenda. Dicha agenda le sirvió para investigar sobre la vida privada del dueño de la libreta, lo publicó sin demasiadas precauciones dado que el aludido se percató. Las consecuencias de ese proyecto desvelaron cuán importantes son la privacidad y el uso que de los datos ajenos pueda hacerse. Pero la cuestión, en su momento denostada, no va más  allá de una creación artística con la excusa del des-conocimiento y la investigación. La intención no es juzgar ese trabajo, por lo demás interesante, sino reflexionar sobre el hecho de llevar a todas partes un aparato que alberga tanta información personal. ¿Qué podría hacer Sophie Calle de hallar un móvil cargado no sólo con nombres y direcciones, sino con imágenes, conversaciones privadas, mensajes de amor o desamor, archivos de todo tipo perfectamente datados, música, historial de navegación, ubicación…  se podría hacer un retrato perfecto sin necesidad de investigar gran cosa. En un minuto, perder el móvil, la tablet, o el acceso a nuestros datos de alguien sin escrúpulos, pondrá patas arriba nuestra vida. No sé si la real o la virtual, porque ignoro hasta qué punto pueden distinguirse.

Estoy divagando, lo sé. Marca de la casa. Lo que considero trascendente de todo esto  es la comunicación y creo que, realmente, es asincrónica en general. El intercambio, por muy sincrónico que parezca o sea, no responde a la realidad del mismo modo que no lo hace una conversación sostenida en distintos planos de interés y motivación aunque las personas se miren a los ojos. Cada cual ampara sus deseos y aparece o desaparece de la secuencia comunicativa con frecuencias alternas. Por tanto, ¿qué hay de la comunicación asincrónica? Prefiero saber la verdad, lo esencial o lo importante en cualquier momento, no tiene que ser ya. Ahora tal vez no esté, tal vez  estoy, tal vez no estás, pero algunos mensajes son intemporales. Pese a todo, hay días en que permanezco alerta sobre temas que considero de máximo interés, y con toda la sincronía a disposición, no consigo enterarme salvo de que un expresidente del gobierno español lleva nosécuantos días a punto de morir. Esa es la noticia sincrónica mientras el país sale a la calle movido por  una agonía que mantiene exhausta a millones de personas, personas a las que la transición y sus artífices engañaron durante casi 40 años más, esa es la sincronía de la información, el sello del siglo 21, con todos los avances tecnológicos posibles y tratando al 80% de la ciudadanía como a corderos tras 40 años de transición.
Las alternativas de información no están al alcance de todos, ni todos los que tienen acceso a ella la usan como canal salvo para contar tonterías, los profanos, y mentiras, los entendidos. Estoy saturada de pegoletes, que dicen en mi ciudad, chorradas que entretienen y no alimentan.
En la madrugada del 22 de Marzo conseguí ver algunas imágenes de las “Marchas de la Dignidad”. Resulta que eran sobre contenedores quemados, pedradas y detenciones. ¿Dónde está el resto de la información? No justifico la violencia, pero a lo mejor la gente quema los contenedores harta de que éstos no alojen la auténtica basura. Nos enseñaron que cada cosa ocupa un lugar . En la vida real, los contenedores contienen enseres que les sirven a otras personas más pobres que nosotros y la basura gobierna y empobrece a los que necesitan recoger cosas de esos contenedores. ¿Tiene esto algún sentido? No lo encuentro. En cualquier caso  no es anacrónico. El sentido lo justifican quienes  perpetúan su estatus de poder a costa de acaparar recursos que deberían abastecer a todo el planeta. Esto es algo que lleva ocurriendo mucho tiempo atrás. Ahora es noticia porque occidente se divide en muymuyricos y pobres. Es duro pertenecer al “tercer” mundo que inventó el primero, ¿verdad? Sobre todo porque es sincrónico. Pero no esperamos leerlo en twitter.

martes, 18 de marzo de 2014

Pensando en Anne Sexton...







Ahora que lo preguntas, la mayor parte de los días no consigo recordar.
Camino vestida, sin marcas de ese viaje.

Wanting to die ( Anne Sexton)

Fumas un cigarrillo como si fuera el último.
Sonríes sabiendo que la autodestrucción es sólo un hito
que traspasamos varias veces al día.
Te cuido por las noches, mientras duermo.
Al amanecer inicias el ritual, acaricias mi cerebro.
Enciende un cigarrillo y lo compartiremos.
Dejemos de mirar la foto del cadáver que intenta amedrentarnos,
es inútil, el cadáver no ha visto como tus dedos oscilan mientras fumas,
yo sí, y los deseo.
Tus falanges, tus manos, tu cadera vencida por el sueño, 
la curva de tu cuello…
Cintura escapular donde alojo mis besos.

jueves, 6 de febrero de 2014

Cápsulas


cápsula.
(Del lat. capsŭla, dim. de capsa, caja).

1. f. Casquillo metálico con que se cierran herméticamente las botellas después de llenas y taponadas con corcho.
2. f. Envoltura insípida y soluble de ciertos medicamentos desagradables al paladar.
3. f. Conjunto de la cápsula y el medicamento en ella incluido.
4. f. Pieza cilíndrica de metal que se ajusta a la chimenea de las armas y sirve para comunicar el fuego.
5. f. Parte de la nave espacial donde se instalan los tripulantes, si los hay.
6. f. Bot. Fruto seco, con una o más cavidades que contienen varias semillas y cuya dehiscencia se efectúa según el plano que no es perpendicular al eje del fruto; p. ej., el de la amapola.
7. f. Quím. Vasija de bordes muy bajos que se emplea principalmente para evaporar líquidos.


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Se infieren otros muchos significados. Por extensión, cápsula es todo aquello que preserva una parte aislada para no contaminarse, derramarse, contagiarse, perderse, mezclarse con los elementos que la rodean. Aquello que protege o encierra, resguarda o separa.
Entiendo que vivimos así, pese a que salgamos de nuestra zona de confort de vez en cuando, esto no impide que nos traslademos en cápsulas, y en ocasiones, al salir de ellas, no reconocemos el espacio en que estamos. La rutina es una enorme cápsula.
Escogeré uno de los aspectos del significado: envoltorio de ciertos medicamentos que evita el sabor desagradable de éstos.
La cápsula siempre tiene la misma forma,  sin embargo, tal vez no nos fijamos en un efecto que sí cambia, la presión de nuestros dedos nunca es la misma, y el blister de platina se rompe de forma desigual dejando restos plateados por cualquier parte. ¿Imaginan abrir la platina con un cúter para no estropear lo de fuera?.
Resulta inconcebible, porque lo racional es que guardemos celosamente el interior y desechemos lo externo. Este símil, llevado al extremo, nos puede conducir a otras cuestiones aparentemente colaterales, pero que merecen cierta consideración. Guardamos nuestra casa, nuestra ropa, expulsamos fuera la basura, tiramos al contenedor – la cápsula guardabasuras- lo que no nos sirve. De igual manera, sacamos de nuestra vida lo que carece de interés, aunque los medios de deducción por los que llegamos a esta conclusión son a veces erróneos. Muchas de estas veces, la deducción la provoca el miedo. El miedo a contaminarnos de otros pensamientos, otros gustos, otras opciones o a sensibilizarnos con los problemas de los demás, que están fuera de nuestra cápsula, pero en otra. Por ese motivo evitamos películas dramáticas, violentas o de contenido agrio. Pasamos de canal cuando hay noticias dolorosas o hirientes, dejamos de llamar a un amigo cuando tiene problemas o deja de ser todo lo divertido que era antes … Ya, es cuestionable, pero se puede constatar que nos mantenemos a salvo física y anímicamente.
También nos encerramos en cápsulas emocionales, de dolor insoportable, cápsulas de tiempo perdido o letargo. Cápsulas de conciencia, anestésicas o de emotividad retardada. Cápsula es la huída que evita aceptar, comprender o luchar por el cambio. La representación de todo aquello que, concebido de modo excluyente, obvia cualquier opción externa. Así, sólo dejamos entrar, y muy de vez en cuando, algunas variantes capsulares que aportan novedades y satisfacciones, siempre que no se desvelen como elementos que alteren nuestra propia cápsula.
El universo entero se halla encapsulado como un enorme blister de medicamentos cuyo interior contiene en esencia más o menos lo mismo sólo que a todo el mundo no le sienta igual. En estos términos se expresan los efectos secundarios o las interacciones, nada produce el mismo impacto en cualquier organismo. Algunas cápsulas albergan algo valioso y/o extremadamente nocivo.
Gestionar esto permite que se filtren y compartan ideas y se abra una brecha indispensable para avanzar: la duda. Para muchos, la base del éxito parece hallarse en determinadas cápsulas agrupadas en torno a decisiones férreas y vocaciones inmutables a lo largo de la vida. No lamento disentir. El relativismo es básico, nada es igual o todo puede serlo. Los intereses compartidos conllevan intereses repartidos.
Me gusta saber  qué hay en otras cápsulas, cómo hacer para sacarlas  del blister, abrirlas o no, y desde luego, ver las virutas plateadas que esparcen a su alrededor provocando formas graciosas e inconscientes. Hay un dibujo imperfecto, siempre sorpresivo, que define la diferencia entre el interior impermeable  y la contaminación externa, aleatoria, caótica. Un caos más real que la cápsula en que elegimos vivir.

martes, 4 de febrero de 2014

A la recherche...


Me llamó un amigo. Va a casarse. Bien.
Es un grado superior en la relación, o la licenciatura, quizá. No sé.
Sin haber confiado nunca en el programa convencional de las relaciones, reconozco que siento cierta envidia. Y se lo he dicho. Lejos de amparar mis dudas en el panorama común de las disquisiciones entre boda civil, eclesiástica, pareja de hecho y todas las variantes surgidas y por surgir, me refiero simplemente al hecho de aceptar, asumir, confiar en haber encontrado a la persona adecuada con la que crear algo conjunto. Cuando hablo de conjunto dejo de lado el binarismo complementario que parece connatural a emparejarse. Conjunto es amplio y no se agota en el aspecto matemático de la palabra, sino que desgrana todas las connotaciones de cuantas  cuestiones engloben las carencias, requerimientos o necesidades de cada cual, que, sabemos, no obtienen resolución en una sola persona. Sin embargo, el aspecto compromisorio del matrimonio conlleva aceptar como premisa que una persona encarna la mayoría de ideales recreados en el concepto de pareja. Insisto, siento envidia. Jamás lo he conseguido.  
Amparada en el maravilloso título de la película  … “No sos vos, soy yo” (Juan Taratuto, 2004) he dejado pasar oportunidades,  las he desechado o han desestimado mi oferta . El asunto es que por un raro azar de no coincidencias ando al ratón y al gato toda la vida . Desvaríos de una fortuna que no me dotó del extraño don de la elección o la vocación de compartir pan y cebolla. La ocasión pasó para creer en películas o cuentos de hadas buenas que transitaron la infancia sin discriminar el daño que hacían. A la hora de la verdad, la mayoría de nosotros cubrimos expediente entre el deseo y lo que creemos desear para llegar a la conclusión de que el amor verdadero no existe o en cualquier caso, no se halla donde lo andamos buscando. Porque eso sí, ¿hemos renunciado?? No definitivamente. La única definición posible del desvarío es que existen multitud de amores verdaderos y no acaban en una historia o en el lugar en que vimos a alguien por última vez. La auténtica revelación está en saber lo que somos y lo que necesitamos para vivir. Para unos, vivir es  el aprovechamiento del tiempo y las oportunidades, el cumplimiento de los deseos y la consecución de objetivos satisfactorios e inmediatos. Para otros, y no es que haya sólo dos apartados en este asunto, es la búsqueda. La búsqueda indefinida, que no indeterminada. Se sabe lo que se busca, mas no se acierta en el lugar o el tiempo, las coordenadas no son claras o carecemos de instrucciones. También puede ocurrir que, como mencioné al hilo de una entrevista al psicólogo Barry Schwartz, nos hallemos entre el grupo de los maximizadores, es decir, personas que esperan lo mejor sin saber exactamente si existe, ni siquiera en qué se diferencia eso mejor de lo que se tiene al lado. Lo cierto es que si los sentimientos se parecen a un laberinto, claro está que ahí no es, se debe encontrar la salida cuanto antes y continuar por otro lado . ¿Pardillos?? Puede ser. Estoy convencida de que algo de pardilla debo tener o quizá soy más positivista de lo yo misma creo, si no me demuestran fehacientemente algo, no tengo por qué aceptarlo. Todo es falsable, en eso estamos, pero que se me demuestre, por favor. Se podría pensar que estoy divagando, y sí, porque me gusta, porque conversar con este ente anónimo que es la red me provoca cierto alejamiento de la realidad palpable o impalpable, que de todo hay. La cuestión, en resumen, es que me alegro por mi amigo al mismo tiempo que reflexiono sobre la capacidad del ser humano para amar y ser amado…  las renuncias… o la suerte. ¿Quién sabe?. 

miércoles, 1 de enero de 2014

El primer baile



 

" Dale a tu corazón una señal de que los vientos se cambian".  R. M. Rilke


No lo pensé demasiado, de haberlo hecho me habría perdido una tarde genial.
Anunciaban clases de swing en una asociación . Asistí sola, de modo que todo era absoluta y encantadoramente nuevo, como descorchar una botella. Había olvidado la sensación de divertirme sin más, sin expectativas, hacer algo por puro placer, y resultó reconfortante… no era mi primer baile.
Con el tiempo me he acostumbrado a que las cosas con  que disfruto sirvan a un propósito futuro, algo más pragmático. Dibujar para vender una ilustración, trabajar para vivir, escribir para lograr una buena nota en mi expediente... todo se rige por la vocación de ganar el dinero suficiente u obtener algún tipo de beneficio formativo y útil. Nunca fue así mi vida, pero imagino que las vivencias ceden parte del espacio de los sueños a la realidad, es la imposición de madurar, un precio como otro cualquiera.
En el primer día de 2014 rememoro mi antigua vida, la que dibujaba trazos imperfectos y sesgados por una fantasía sin límites, y la echo de menos, a veces. Sin embargo  debo admitir que el pasado ha configurado una manera nueva de ver las cosas. No hay una ausencia total de ficciones, sino un discernimiento necesario, la segregación de dos vidas paralelas ancladas una en la otra sin disolución y con premisas diferentes. Por un lado, atender y ocuparme de aspectos que hasta ahora sólo me preocupaban en abstracto, y por otro, un filtro poderoso y versátil que me permite disfrutar del tiempo involucrada en  tareas agradables. Es posible que haya descubierto mi vocación, ser dos y no saberlo, transgredir mi propia naturaleza para sentir como necesarios el pragmatismo y la ensoñación en distritos colindantes e impermeables. Algo que manejo al margen de las circunstancias cuyo aprendizaje ha sido realmente duro, no exento de contratiempos y doloroso en el sentido amplio del término. ¿Cómo se traduce eso en la realidad? Bien, es novedoso encontrar en mi programa ideas diferentes sobre las relaciones en general y la renovación del espacio que éstas ocupaban en mi vida. Al tomar conciencia del papel que desempeño en la vida de otros también lo hago del que ellos desempeñan en la mía. No siempre es fácil, pues  como al analizar una obra de arte, jamás se llega a saber todo. Nos hallamos condicionados por el equipaje, el de mano y el facturado, incluso el perdido en otros aeropuertos y que nunca reclamamos. Esto no impide que, junto a esta conciencia, nazca la responsabilidad sobre los actos, el cuidado, el amor , el respeto, el deseo de continuidad, y también  el verdadero rostro, la imagen especular que me devuelven los otros, algo que quizá no estuve en condiciones de aceptar en todo momento, pero que forma parte esencial del todo que soy. 
Ignoro si el ser humano es capaz de cambiar, lo que sé es que puede aprender, y tras el aprendizaje, el canal se disgrega en dos corrientes alternas de vivencias casi simultáneas pero no contaminadas, sin culpabilidad. Como resultado, erradico mi mayor dificultad para disfrutar sin anticiparme a lo inevitable, el fatum queda en segundo plano. Cada tiempo dedicado pertenece a ese momento o a esa tarea.
Sí, ya sé que para muchas personas esto es habitual, pero he empleado todos mis años en aprenderlo . Es curioso valorar los antecedentes, en la vida como en las novelas la realidad no surge casi nunca de la casualidad. Aunque los protagonistas no lo sepan, el artífice del devenir no es ajeno a estos manejos. En ese aspecto encuentro interesante un análisis, aunque superficial no desdeñable, del pasado. Las referencias pueden ser numerosas pero con algo de perspicacia se encontrarán puntos comunes de resolución de conflictos, toma de decisiones, etc. . La pregunta cómo he llegado hasta aquí contiene la respuesta en sí misma, o mejor, la multiplicidad de respuestas, todas reveladoras si se quiere ver.  No desestimo ninguna vertiente que me ayude a comprender de qué modo una persona acomete tareas de supervivencia emocional y pone a salvo esa parcela imprescindible de forma coherente. Es la única manera de continuar en liza  sin afrontar cada día con la ingenuidad de un principiante en el primer baile.