domingo, 27 de diciembre de 2009

La familia, la propiedad privada y la navidad.

Parafraseo a Silvio Rodriguez. 

Lo hice. Aunque tuve que mentir. Me pesó mentir, 
decir que no estaría sola. Por momentos dudé de mi, 
de que estuviera haciendo lo idóneo. Pero me armé de valor, 
me autoconvencí. No tenía por qué seguir cumpliendo con algo 
que no me gusta en absoluto. Una tradición absurda si no se 
hace por el gusto de hacerlo. 
Reunirse en torno a una mesa demasiado llena de comida 
para que quepa nada más.
Esta noche buena fue la primera que pasé completamente sola. 
Me quedé en casa, cenando ensalada y sopa. Como cualquier noche. 
Era, además, mi cumpleaños. Llegado el momento me felicité. 

lunes, 3 de agosto de 2009

algunas relaciones

Algunas relaciones son como los hijos no deseados, mejor abortar
desde el principio, aceptar que no hay futuro y realizar una extirpación
aséptica en el primer estadio emocional, después todo se va en contemplar
la putrefacción de algo que creíamos hermoso y el consiguiente látigo
fustigando nuestro cerebro, aún perplejo, en el contenedor de basura.

miércoles, 15 de julio de 2009

Cronograma de una desaparición II

Atravesar el aire sin esfuerzo. Sorprender a los pájaros mientras disfruto de la levedad absoluta de mi cuerpo. Desaparecer en la bruma de la atmósfera sin mover un sólo dedo.
Fundirme -confundirme- con el humo de las chimeneas que se eleva pese a todo. Descansar.
Quedar libre de imágenes soñadas o recordadas.
No escribir, no pensar, olvidarme de todo. Anestesiar mis sentidos. No oír el teléfono ni leer el correo. Suspenderme, hibernar.
Imagino una cueva apartada del mundo que conozco o que añoro conocer.
En ella las palabras son transparentes hilos de agua cercados por el silencio, diminutas estalactitas inofensivas, inermes.
Conjugo los verbos,  no desear, no hablar, no argumentar, no expresar, no recorrer espacios conocidos, no esperar.
No saber usar el ordenador, no reconocer el teclado. No ser de alguien. No ser.
Desarrollo habilidades raras: Desde el exterior transito por mi rostro, ajena, imperturbable, inasequible, fría, huraña, arisca, escurridiza o invisible. Me descubro con calma. 
Mi apetito se diluye, mi alimento es la nada. La nada en paz. Casi como la muerte.
Como la muerte. El olvido.

miércoles, 1 de julio de 2009

Un cigarro más

Lo enciendo. Pretendo que dure, pero no. Se agota enseguida.

Una canción apenas, un párrafo leído o escrito, medio correo...se agota, se quema, realmente.

Me quemo también. Desmembro las horas. Al fin, sólo cansancio.

El enigma que no consigo descifrar, las horas, como un viejo automóvil abandonado en el arcén por avería o incluso, por no saber donde llevarlo, así siento este tiempo estancado.

No barajo las posibilidades. Me aburren los juegos de cartas. Danke schoen, darling.

El calor abruma, se me derriten las palabras, el dolor, los abrazos.

Me quedé apenas evocando su risa, ah!! no, su risa ... habría que entrar en más detalles
para evocar. 

Su espalda, la suerte que quería dedicar a su piel, las palabras entrecortadas,
don't get me wrong! Su olor, narcotizante como el bourbon después de la cerveza,  el enjambre donde se acumulan las sílabas que deposito en los borradores del correo.

Mañana es domingo. Esa palabra alberga menos favor de lo que parece. No es descanso, ni hay
premios. Todavía la soledad litigando febrilmente con las ganas. Hungry heart.

More, more...

lunes, 11 de mayo de 2009

los viajes inmediatos

Hablar es un viaje inmediato, sin programar.
Reconocer lo que debiera haberse callado es un viaje aplazado
pero necesario. El trayecto entre uno y otro resulta tan imprevisible,
tan agotador, que quizá me quedé casi sin palabras en alguna ocasión.
Las relaciones no son, necesariamente fáciles, lo sé.
Esta vez parecía imprescindible huir del cálculo para
encontrar el margen que buscaba, lo más cerca posible de sus labios.
Precaución cero.
Traducir palabras como mesura, paciencia, lógica o razón
al lenguaje del deseo no es una tarea que me agrade.
Alargar el trámite de la espera, mucho menos aún.
En apenas 3 meses el recorrido de mis ansias se hizo atrás y
adelante varias veces. Revisé mis huellas, las suyas, empapé
las palabras de calma, puedo asegurarlo, pero me desmintió,
experta como es, en desmontar mis claves.
Renuncié a la explosión inmediata , medié conmigo
y el campo de batalla ardió cuando nos cruzamos.
En este trance, la audacia consiste en aprender
mecanismos alternativos a la relación habitual,
el enamoramiento por K.O. sensorial, y pasar al plan X,
que no es ninguno.
Y me sirve no tener un plan, ¿quién lo iba a decir?
El plan desconocido es infinitamente rico, complicado si se quiere,
innegable, pero pleno y sorprendente.
La siento poderosa , como una inyección de adrenalina,
y no huyo, ahh!
Adoro el riesgo de saberla en algún lugar desprovisto de contraseñas,
donde quizá los días no sean lo que se espera, y las noches,
aún menos, o más, porque ese es el enigma.
La realidad vertida con su inmenso caudal,
a veces de vino y a veces de sed, sin mansendumbre alguna.

Lo que debiera callar, eso va a decírmelo, sin duda. Es su naturaleza.
La mía: decir, desbordarme aunque me cueste el enésimo adiós,
pero sé que no va a ser el último.

martes, 24 de marzo de 2009

La misma película

"El mismo amor, la misma lluvia " de J.J. Campanella


Jorge: Escribir sobre amor, pasión, qué sé yo? , sobre el miedo, debería escribir, sobre eso, cátedra...


Laura: ¿Creés en el destino vos?
Jorge: Creer o reventar.


El aguacero apenas deja percibir los contornos de los coches, desenfoque perfecto.
Tremendo atasco. El tipo baja la ventanilla para vaciar en el asfalto el cenicero y la ve, el rostro levantado ansiando que la lluvia la empape completamente.´
Ahí arranca la historia, o termina quizá.

De nuevo esta película, la de las reincidencias, y el recuerdo de lo que sentí las dos ocasiones en que la vi, reincidente también.
Saber de los encuentros y desencuentros, de la lluvia,
los diálogos en torno a cualquier cosa, la locura de querer trabajar en lo que se ama,
la disgregación del yo deseador que ha de transigir para poder salir adelante,
las relaciones, el miedo al compromiso,
las veces en que dejamos de hacer por los demás,
las que dejamos de hacer por nosotras mismas,
la tiranía que ejerce en nuestra vida la pasión,
el deseo de estar en paz, el amor, la búsqueda, la necesidad de encontrar ,
el deseo...otra vez, y otra.

Después de la película , inventaba un lugar, uno donde te encuentre
(obviamente, un día de lluvia).

La vida que espera o no.
La lluvia, la misma lluvia, no sé si el mismo amor.
Pero creer o reventar.

domingo, 8 de marzo de 2009

I've got you babe.

Odiaba los boleros. El afán de pertenecer, la desmesura.
Odiaba las canciones de amor torturado.
El deseo obsesivo, la opresión de la búsqueda vehemente del otro.
Odiaba los pronombres, sobre todo los posesivos. Permanecía inmune a la pulsión de la sangre a punto de estallar entre las sienes rotas de celos. Desestimaba las razones de la pasión.
Tanto odiar lo que no sentía, que a veces acabé sintiendo lo que odiaba.

Las canciones, igual que las personas, tienen su recorrido. A veces nos cruzamos con ellas y en el encuentro se suceden tropiezos, afinidades, malentendidos, enamoramientos u olvidos.
A veces se marchan de nuestra vida dando traspiés, maldiciendo el momento de habernos conocido, y otras se arrebujan en nuestro costado agradeciendo el calor y las noches de insomnio, aunque ya no se repitan y el deseo mire hacia otros lados, terco en su afán de reducir a cenizas
la rutina.

Las canciones, no obstante, repiten unos ciclos, algo semejante a la playlist que gestionamos con mayor o menor suerte durante las relaciones, y su poder es tan efectivo como un telegrama directo al cerebro, justo ahí, y ramificado luego a todos los sentidos. El recuerdo es tan nítido como una fotografía, un lugar, una vida pasada, un deseo, alguien en nosotros...

Esta mañana, el océano huele a Ralph Lauren Hot y la playlist que trae comienza con Sarah McLachlan, Possession. De seguido, Ice Cream, luego quiero a Corinne Bailey Rae y I like to para continuar con Terez Montcalm y Close your eyes, Unattainable de Little Joy, I Never de Rilo Kiley y Soy tuyo, de Andrés Calamaro.
Nada es casual, el deseo revierte en las canciones y estas arremeten con furia, me rajan de un extremo a otro el cerebro, me ocupan. Y no voy a resistirme.
Es todo lo que puedo hacer para tenerte hoy.

viernes, 27 de febrero de 2009

Entropías. Una interpretación del sueño de los otros.

Entropía.
(Del gr. ἐντροπία, vuelta, usado en varios sentidos figurados).
1. f. Fís. Magnitud termodinámica que mide la parte no utilizable de la energía contenida en un sistema. 2. f. Fís. Medida del desorden de un sistema. Una masa de una sustancia con sus moléculas regularmente ordenadas, formando un cristal, tiene entropía mucho menor que la misma sustancia en forma de gas con sus moléculas libres y en pleno desorden.
3. f. Inform. Medida de la incertidumbre existente ante un conjunto de mensajes, de los cuales se va a recibir uno solo.


Con el primer significado me quedé confusa. Claro. Yo no sé nada de ciencia o matemáticas. Para mi la aritmética es el dominio estricto de los números. Adoro las palabras y el fluir de las ideas, nada que ver con el cálculo o el orden metódico, nada que ver con algo previsible.
Pero la Magnitud termodinámica que mide la parte no utilizable de la energía contenida en un sistema, ah! eso es otra historia, completamente. Cuántas ganas sin cauce en momentos no cuantificables, cuánto derroche, de palabras...de sueños...a ras de suelo o temblando en el aire, en solitaria compañía a veces y otras en afín soledad.
Dormir es un dejarse ir en paz con la certeza de estar seguros aunque resulta variable el grado en que cada cual lo interpreta, un acto de confianza tan pleno como desnudarse con absoluta consciencia. Querer ver dormir, es un acto de deseo tan intenso como intentar entrar en los sueños de alguien. La parte no utilizable de energía contenida, entiendo que puede ser el motivo latente, que la contención sólo es la espera del momento preciso, aunque no se haya marcado, como la película expuesta a la luz espera el revelado para mostrarnos la imagen que guardaba.

Ver dormir trasciende la definición para convertirse directamente en una búsqueda, en el anhelo desmedido de los sueños del otro, en la comprensión del momento en que nos abandonamos a la suerte del tránsito, para despertar, volando o en cuclillas, enteros o perdidos, con la mirada de un ser ajeno que escruta nuestros gestos, pero sin duda, somos también ese extraño que observa las palabras que no decimos, los besos que no damos, el ser que nos posee a pesar de todo, sólo cuando dormimos.

La segunda acepción, "Medida del desorden de un sistema..." me va aclarando ideas. Las moléculas libres, campando a su antojo que vierten sobre nosotros todo el poder del sueño, del deseo, poseen mayor entropía-la pérdida supuesta de energía- que las ordenadas de manera compacta con un fin concreto y en perfecta consonancia. El hecho de que lo tenga más claro no significa que estemos de acuerdo. Canalizar la energía nunca es tarea sencilla, incluso para las moléculas que se saben ordenadas, pero de cualquier forma, la búsqueda y el ansia son preferibles, en mi opinión, a observar la inercia de los sueños vertidos ordenadamente.

En la tercera es el desenfreno, completo y devastador. "Medida de la incertidumbre..." por primera vez he leído que la incertidumbre se puede cuantificar. Y me encanta la paradoja, adoro pensar que de cada mensaje que no recibo queda constancia en algún lugar del diccionario. Habré de buscar, cuando no me lleguen, lo que no sé es dónde, pero al menos, tendré la garantía de encontrar, tarde o temprano, la medida del ansia que me produce no saber.







jueves, 26 de febrero de 2009

Cronograma de una reanimación.

Entré al quirófano a las 08.23. No tuve dudas, y la doctora tampoco las mantuvo. La amputación era la única salida, esa o morir, y bueno, estaba claro que morir no. Yo, al menos, eso es lo que pensaba. Anduvimos ahí, terciando, anestesia parcial o total...al principio se trataba de que doliera menos la amputación y poco a poco se trató de explicar por qué había de amputarse esa parte de mi que habitabas. Reconstruí momentos de hace no demasiado tiempo, la enfermedad es reciente, busqué causas, motivos de contagio, intenté medidas menos drásticas, pero igual no hubo resultados, al menos visibles, claro. Al cabo de los meses, la herida era tan brutal como un brazo cortado excepto por unos nervios que lo mantienen ahí, balanceándose mientras se desangra, despacio, a la vista del resto de extremidades, y en tanto éstas opinan y valoran qué está pasando. En el momento final, apenas vislumbrando el bisturí, grité u oí tu grito, no sé, pero de pronto mi brazo está conmigo, algo desangrado, un tanto débil, exhausto quizá por la batalla librada, acerqué la mano y besaste mis dedos.
Mordiste despacio, de manera cómplice, mi piel notó tus dientes, tu sonrisa, acaricié tu rostro en el fragor de esta mañana ardua como un temblor de tierra, tus ojos caramelo, debajo de tus lentes, tu risa, casi libre, tus labios, rojos, tiernos, queribles... nos cruzamos de nuevo, y el bisturí cayó al suelo resbaladizo como algunas palabras.
Adrenalina o epinefrina, endorfina, qué sé yo, cualquier palabra del argot médico que me deje en tus besos me vale, y cualquier pequeña muerte que me lleve a tus brazos, también.

viernes, 20 de febrero de 2009

Cronograma de una desaparición

Al principio eran frases, o el juego de las palabras encadenadas, una llevaba a otra, y a otra... el juego se volvió intenso, llevó al deseo y al desconcierto a veces.
Imagino a mi afán orillando-se dice allí, creo- límites que sólo fueron una pequeña burla del infinito. Las conversaciones se prolongaban horas enteras , y mientras tanto, crecía el ansia, y la ficción pareció dejar de lado al destino, que era la realidad.
Durante muchos días, recorrí esta ventana en tu busca, y te encontré, me dijiste.
Estamos, me dijiste. Estoy aquí.
Durante algunos días lo creí. Sentí el derroche de las ansias compartidas, pensé, confié en que quizá imaginamos lo mismo.
Alternativamente surgía la decepción, la realidad tiraba de su lado con tanta fuerza que hizo difícil mantener la calma, se impuso el desencanto.
Esperé que de nuevo se llenaran las horas con palabras que ya resultaban insuficientes.
Un día, sin más, se borraron los mensajes que derrochabas, y no tuvimos saldo.
Hoy, por fin, soy capaz de adivinar todos los que recibo, y ninguno es tuyo.
Me extingo, y no sé si lo sabes.

martes, 17 de febrero de 2009

Una foto al final, sólo una.

Estuve caminando de un lado a otro, recuperando sonidos, escarbando en la intimidad de las voces que salían de los botes de E. Valldosera, mirando entre las siluetas, entre las manchas de tinta, los cigarrillos tiznando de ceniza los lienzos, las múltiples proyecciones de elementos cotidianos en torno a los que gira nuestra vida, o ellos giran alrededor nuestro?, no sé.
Sé que estuve buscándote, también allí.
En la tercera planta, después de un sinfín de imágenes de varios autores, llegué a García Alix. Fotos nuevas, otras, las de siempre. Él, también el de siempre. Con lo que me gusta y con lo que no. Pero él.
Casi al final de las 200 imágenes que quizá componen la muestra, me quedé pillada por una foto pequeña, amarilleada por ser copia de época, de unos 20 o 20 y tantos años atrás.
El título, Nuestra habitación en México, cuando la miro me ahoga la melancolía, una habitación triste, vacía, sin habitar y sin lujos, sólo una luz llena de matices y una composión muy hermosa, eso, y mi envidia , porque estuvo allí, donde no puedo tenerte.
Me marcho, y vuelvo a la foto de México. Pequeña, casi perdida en medio de imágenes de mucha más potencia visual, enormes en tamaño y testimonio...y vuelvo y vuelvo...hasta que me quedo.
Aunque no me movido de aquí.

domingo, 15 de febrero de 2009

Dormir vs Soñar

Y puede que a pesar de todo, no nos quedemos. Puede que la agonía esté más cerca que "la tristeza del deseo saciado" de Cesare Pavese que mencionaste el otro día.
Imagino la sangre estallando en las sienes, las palabras rotas por el cansancio, el agotamiento del deseo navegando sin rumbo ya, imagino la tristeza pertinaz, el brutal aterrizaje del lado de la realidad. Hoy no sé llevar a mi cerebro a la ficción paralela, la de las escaleras mecánicas desde dónde estarías buscándome entre la gente, ni a la del café donde solemos imaginar conversaciones, ni a la del cine en que me besas durante los créditos...no soy capaz de atravesar la melancolía sin quedarme dentro.
Duermes. Sé que no imaginamos lo mismo, porque duermes. El condicional me hiere, la marca enrojeció de pronto, y duermes, apaciblemente, mientras desangro este domingo.

Hoy quizá no puedo ya pensar que pasará, al menos, a estas alturas del día, aún no lo he conseguido. ¿Cómo habría de pasar? No hay un plan. Ignoro tu paisaje del otro lado, y de este, un espejo no me deja trazar alternativas.

Hoy siento que podría gritar hasta romper mi garganta, porque no me besarías.

"Miro hacia el cielo y salto, miro hacia el suelo...y caigo"

Hilario Camacho (Volar es para pájaros)

domingo, 8 de febrero de 2009

El mismo café, distinto café.

La literatura, la música, el cine, todos los ámbitos usuales de la ficción están plagados de historias de amor perdidas, dolorosas, que terminan con elevado coste personal para alguno de los implicados, y en muchas de ellas encontramos al personaje del avisador, si no como un personaje en sí, como una situación que nos pone tras la pista de que esa historia no llegará a buen fin.
En la vida es igual, existen los avisos, verbales o circunstanciales a los cuales podemos, o no, echar cuentas, como si se tratase de un listado de películas, esta la veo, esta no, o de una mano de cartas, estoy servida - me planto/apuesto, envido...y órdago. Ignoramos lo que "llevan" los demás , pero somos conscientes de la fuerza que empuja nuestras ansias, o de su opuesto, el miedo a competir por un premio incierto.

Persistiendo en el juego, conseguí que la suerte se sentara en mis rodillas, pero tiene segunda parte: que he de compartirla con el Oceáno Atlántico, y eso, para casi todo el mundo, es terreno movedizo, ah! el Atlántico es mucho! y a pesar de todo, me siento invulnerable, aunque sea mentira. Hago caso omiso a las advertencias de cuidado o precaución que se me hacen, unas relacionadas con todas las diferencias existentes,
otras con las heridas que sufrirá mi corazón, derivadas de una relación elevada en semejante estructura.
Y sí, es para dar miedo, pero de momento, no he visto que sea para tenerlo.

Definitivamente, la vida puede ser una ficción muy tentadora.
¿Quién se atreve a cuestionarlo?
Aunque los asideros son extraños, la invención perpetúa el deseo algo más que la química.
La costumbre es constatar que hablamos de lo mismo cuando hablamos de algo, que sentimos lo mismo, que una taza de café es igual para cada quién, y no tiene por qué.
El mismo café extraído del termo de Jasmin
podía ser delicioso para unos y nefasto para otros, (Bagdad Café, de Percy Adlon).

En la diferencia está el gusto por vivir. En la oposición tenaz, en el matiz separatista que reafirma la discusión y añade , probablemente, dificultad a la comunicación, aunque al mismo tiempo, sea el brillo de cada partícula esencial: la elección, tal vez inconsciente, o genética incluso, pero hermosa en su individualidad.

Y me opongo, febrilmente, a guardarme las ganas.

Por lo demás, mi corazón va bien, las heridas que esta historia le infiera
están por descubrir. Ahora viaja, atribulado, entre la ensoñación de las palabras y el desvarío del tiempo. Y es feliz, que no he dicho, hasta ahora, por pudor, pero ya no lo niego.
No hay por qué temer a las heridas, están, estarán ahí, como parte de un todo irrenunciable, ¿o se puede obviar la vida?

No atiendo a los avisos.
La historia podrá resultar, o no, tendremos nuestro tiempo, o no,
nos veremos , o no...todo, absolutamente todo tiene una alternativa "no" en este instante, todo excepto sentir, eso es ineludible.
Eso, y mis cafés contigo.

viernes, 6 de febrero de 2009

El humo y el vacío

Ahora fumo. He vuelto, después de varios años, 6, creo, pero sólo a ratos. Cuando la ansiedad no encuentra tus labios a mano, enciendo un cigarrillo.
Podría pensarse que es más, pero no, es sólo echar de menos, desazón, en términos que lastiman hasta al más férreo de los ánimos.
Lo he probado todo, y no es metáfora.
El tiempo que ocupo en tareas aritméticas; el que desocupo , con fruición , para "estar" contigo, algo que he convertido en credo con ayuda de algunos eufemismos.
La entrega es fervorosa, la recompensa, un sueño que a veces toma días de asueto...
Y el cigarro, convertido en palabras, en volutas que envuelven los besos que te envío como terapia sustitutiva del ansia, tampoco es un alivio, al menos, constatable.
No busco desaparecer del todo en el abismo, no quiero perder la ocasión de encontrar, con alguna sorpresa y mucho esfuerzo, el tiempo que nos queda. Ese en que poder colgar, al fin, la maleta y el paraguas, como en el recibidor de casa...olvidar los presagios y dar la bienvenida a las certezas, aunque sean finitas, aunque al cabo no cuente la eternidad, y el siempre se desmembre como un viejo esqueleto abandonado en una clase de anatomía.
No busco -aunque es mentira, sólo que no lo creo- la palabra constante que alimente el vacío, no lo conseguiré, eso es todo, no es admisible, no a estas alturas de la historia sabida. Pero habrá que intentarlo, no me perdonaría hacerlo de otro modo.
Pero busco, incansablemente, la realidad de un tiempo arrebatado, las escaleras mecánicas de un aeropuerto, un billete barato, un local lleno de humo y olor a café, unas calles inmensas donde perder el miedo, un esbozo del rostro que no recuerdo, dibujado entre risas y memoria real.
El sueño tergiversa las razones de ser para otro sueño, la realidad avisa con sus notas de tinta indeleble, y el cigarrillo, sólo erige, como pompas de jabón, apenas perceptibles, sus motivos peremnes de encontrar un descanso, antes de que la ceniza consuma todo el deseo, y se evapore.
La mañana es lluviosa, el viento arremolina las hojas en la escala del tiempo, las horas se acumulan, y aún quedarán muchas. La importancia de la geografía me quedó clara. Y necesito un cigarro.

domingo, 18 de enero de 2009

Una tarde cualquiera...

Cuando el bourbon comienza a caer, el hielo se remueve y hace sonar el vidrio. Es un gesto que me tranquiliza. Estoy en casa ya.

Apenas atardece un día esplendoroso. El sol decidió darse por fin, tras muchos días de bruma e intenso frío en uno de los inviernos más crudos que recuerdo. Salí con la bici esta mañana. Comimos frente al río, café y paseo por la orilla. Las madres, los padres, los niños, las niñas, todos se multiplican afanosamente en esta tarde de sol impenitente que nos echa a la calle como posesas. Parece un crimen mantenerse encerrada, desperdiciar la luz, igual que los besos, es, quizá, un acto imperdonable de incompetencia o insuficiencia clara para disfrutar.

En medio de todo el bullicio y la explosión de color, contemplo alucinada las luces de la tarde, el agua en torbellinos , las garcillas buscando cobijo justo cuando el sol empieza a decaer.

Y me ocurre lo mismo. Después de tanta luz, de tantas horas de gentío exponiendo su sociabilidad, necesito mi espacio, recobrar el cuaderno donde anoto querencias-frustraciones, ambas exageradas -desmesura es una palabra que cuadra bien conmigo- encajar mi propósito en una lectura que alimente y escuchar algo que me arranque del tiempo.

Suena Miles Davis, John Coltrane, Billie Holiday... siendo geniales por separado, adoro la mezcla de la B.S.O. de Roma, de A. Aristarain, rima(dirías tú) perfecto con la película... y el hielo tintinea cuando cae el licor.

Leo sobre F. Scott Fitzgerald y Zelda Sayre, sobre su (auto)destructiva historia de amor, y en el primer capítulo de Alabama Song de Gilles Leroy: "¡Ah, el silencio! ¡El silencio de los intersticios! Esa enorme blancura que se cuela y acude para vendar con algodón y éter la grieta que tenemos en la cabeza."

"Dos criaturas insaciables y condenadas a la decepción"

Y pese a todo, los envidio. Envidio cada historia real que pueda enmarcarse en coordenadas reales de espacio y tiempo. Aunque adoro, inexorablemente, que la vida parezca un sueño, anhelo, en la misma proporción desmesurada, que el sueño se convierta en realidad.
Porque mi yo de ficción, te desea, y mi yo real, también.

"Piensa en cuánto me quieres. No te voy a pedir que me quieras siempre como ahora, pero sí te pido que lo recuerdes. Pase lo que pase siempre quedará en mí algo de lo que soy esta noche"

Suave es la noche, F. S. Fitzgerald.

lunes, 12 de enero de 2009

Sin palabras

Extiendo las palabras, las coloco en la explanada del espacio, esbozo una especie de mecano sólo con los pronombres, propongo los calificativos, sustantivo los verbos, la oración, el ámbito es perfecto. Me parece un milagro ,casi , poder nombrar tan sólo el perfume anaranjado de los cuerpos, contar las onopatopeyas de la risa, desgajar los abrazos, descifrar el sonido impertinente de los extranjerismos, querer, requerir, es un pulso de tiempo indefinido creciendo en oleadas mientras el café hierve y humea un cigarrillo.

Con todo y lo dicho, lo callado es mejor. Mejor porque el anhelo que oculto se escribe entre las líneas, trazadas apenas con saliva mientras la memoria rezuma el gusto de imaginar las pupilas brillantes como el caramelo.

En esas horas, muchas, todas, vencidas, asoladas, salvando en el silencio o en el blanco de la pantalla los puntos suspensivos...ondean victoriosos los símbolos, las llamadas, el deseo, la impaciencia, mi obcecación, el nombre de las ansias...fluyen palabras transmutadas en besos, tácitamente, entre mensajes y correos arropamos en palabras la frustración que cabe en 9.000 kms. Un límite salvaje, contundente.

Y a veces, imprimo en este empeño algún malentendido, enemigo brutal, inevitable o no, expresión de la torpeza de que soy capaz, revuelvo las palabras inconsistentemente, intento renombrar el equívoco y es mayor incluso el despropósito. Y no hay remedio que ahuyente el miedo al desapego, y entonces, realmente no hay abrazos, ni miradas que calmen, no hay labios que perdonen las palabras con besos..no hay, salvo más palabras, acertadas, o no, perdidas, desvalidas, errantes... y sólo escribo, compulsivamente la impotencia y la decepción del propio desacierto.

Sin palabras, mejor.

Conmutado el castigo, volveré a lastimar mi piel con besos deletreados* a 160 caracteres por mensaje.


*3. Deletrear : tr. Adivinar, interpretar lo oscuro y dificultoso de entender. Diccionario de la R.A.E.

domingo, 11 de enero de 2009

Lo inesperado ( o no )

"Sólo el que espera podrá encontrar lo inesperado" Cortázar (Rayuela, cap. 36)

Me gusta esta frase aunque no la comparta del todo.
¿Sólo esperando ha de acontecer lo que ansiamos? Me da por pensar que acertaré más si me dedico a buscar o provocar o incidir o ...quizá en este caso, esperar es sinónimo de desear, y si es así, igualmente haré mejor en dedicar el tiempo a escarbar en las ganas del objeto-sujeto de mi deseo, antes de que se dé cuenta,(o no) espontáneamente, de que el lugar de su deseo está justo al lado del mío.
Si el azar existe, que no lo tengo claro, por fuerza no ha ser mi cómplice, y la verdadera naturaleza de mis ansias quedará expuesta al conjunto de ¿leyes? ociosas que concurrirán (o no) en mi beneficio. Desconfío, es cierto, la fatalidad...

Lo inesperado es realmente la esperanza contradictoria del deseo, tan irracional como poderosa. Nada puede arrebatarnos el afán, ni siquiera la incertidumbre. Más aún, si paseando por algún periódico recojo esta otra frase, ahora de Saramago : "Siempre acabamos llegando a donde nos esperan" y en su lucidez amparo mis deseos. Y aunque te quiero en la certeza de un tiempo no inventado y la ficción es un lecho imperfecto, Cortázar acabó por convencerme. "Nuestra verdad posible tiene que ser invención".

viernes, 2 de enero de 2009

Carpe Diem o como escapar de la propia conciencia.
















Una mañana de invierno, tras una larga noche de viento,
descubrí con estupor que un plástico de los que algún vecino
utilizaba para proteger la ropa de la helada nocturna, se había
enredado en el árbol que hay justo delante de mi ventana.

Al principio me molestó tanto que intenté calcular la distancia
para ver si con un palo podía separarlo de las ramas.
Resultó imposible.

Cuando observaba el árbol desde la calle ofrecía un espectáculo
extraño, aquel plástico ondeando como parte de sus ramas...
A los pocos días me di cuenta de que resultaba ser un espejo
fantástico, un juego de luces que amagaba entre las ramas ,
un reflejo del sol, de la lluvia o el viento, un motivo, un reclamo...
llamaba mi atención de forma extraordinaria.

Empecé a hacerle fotos.
Al amanecer los rayos del sol se filtraban con un naranja rotundo
que el plástico, no del todo transparente, matizaba de manera
desigual según sus dobleces y si había un poquito de brisa, ahh!
vibraba con un leve balanceo como si estuviera vivo, se hinchaba,
volvía, su respiración me animaba a seguir su tránsito por las
ramas del árbol. A veces semejaba un ángel, otras un pez, unos
días brillaba y otros absorbía el hollín, pero siempre, su sombra
itinerante enredaba una rama, y otra y otra, en un afán sin tregua
de no salir del plano.
Hasta llegada la primavera observé su quebranto, su lucha ,
su crepúsculo.
Han pasado los meses, apenas unos hilachos grisáceos recuerdan
lo que fue, de su alma anaranjada y henchida sólo queda la foto,
testigo también de aquellos días en que enfadada con el tiempo,
lo dejaba perder...
Ya el plástico no está. Pasó otro invierno.