viernes, 20 de febrero de 2009

Cronograma de una desaparición

Al principio eran frases, o el juego de las palabras encadenadas, una llevaba a otra, y a otra... el juego se volvió intenso, llevó al deseo y al desconcierto a veces.
Imagino a mi afán orillando-se dice allí, creo- límites que sólo fueron una pequeña burla del infinito. Las conversaciones se prolongaban horas enteras , y mientras tanto, crecía el ansia, y la ficción pareció dejar de lado al destino, que era la realidad.
Durante muchos días, recorrí esta ventana en tu busca, y te encontré, me dijiste.
Estamos, me dijiste. Estoy aquí.
Durante algunos días lo creí. Sentí el derroche de las ansias compartidas, pensé, confié en que quizá imaginamos lo mismo.
Alternativamente surgía la decepción, la realidad tiraba de su lado con tanta fuerza que hizo difícil mantener la calma, se impuso el desencanto.
Esperé que de nuevo se llenaran las horas con palabras que ya resultaban insuficientes.
Un día, sin más, se borraron los mensajes que derrochabas, y no tuvimos saldo.
Hoy, por fin, soy capaz de adivinar todos los que recibo, y ninguno es tuyo.
Me extingo, y no sé si lo sabes.

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