Volé
a Ámsterdam el 24 de mayo, fecha afortunada si odias, como yo, los efluvios
constantes del anacronismo convertido en fiesta popular ineludible. Noche
previa de cansancio mortal y desazón, tareas por cumplir no cumplidas y
despropósitos a discreción.
El
paisaje desde el avión me alejaba de un lugar acostumbrado a otro sin
posibilidad de comparación temporal: hacía 18 años que estuve aquí
por primera vez, aunque casi no lo supe. Era demasiado joven, más
que entonces.
Paisaje
añorado y no familiar, dos aspectos cautivadores.
En
la primera mañana, la ciudad fluye
en los canales y dentro.
Indescriptible
la sensación de pasear por un lugar soñado en
sueños de verdad. Mercados, bares, gente afable, golosinas para el
cerebro.
Te
recuerdo en tu estrato. Ciudad provinciana anclada en viejos méritos indemostrables
a estas alturas de la historia, aunque las Fuentes historicistas opinen lo
contrario. Te recuerdo, pero anhelo no estar en el mismo sitio a no ser que
estuvieras aquí, donde sé que no
puedes. Te escribo, envío mensajes, instantáneas del tiempo no pensado que
transcurre a medias entre querer y no. Te recuerdo, te digo. Leo tus correos colmados
del acontecer diario de las dudas que amparas y el soliloquio de la
virtualidad, comunicación asincrónica sin parangón. Leo tu mensajes pero no
atisbo el símil, es imposible contrastar el tiempo en Ámsterdam con el de una
vieja ciudad que nunca ganó terreno al mar, nada más claro.
La
ciudad donde vives, está plena de mujeres y hombres que no
te
aman, que adormecen el deseo como seres pez mientras el río carece de expectativas,
casi no es río, casi es estanque. Un río que no piensa en mar, sino en
quedarse, en remover el agua en el molino de la esquina para irse a otro. La
ambición es un límite certero vuelto del revés sobre sí mismo, acomplejado y
torpe.
Me
quedo en Ámsterdam, donde los veneros se renuevan con las corrientes alternas
de agua y rebeldía, donde lo que hoy existe, mañana sólo estará en mi recuerdo.
Y todo habrá cambiado. Por fortuna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario