miércoles, 1 de octubre de 2014

Versos sin título. Sobre Herta Müller




Comenzó a recortar palabras para distraer el miedo, para obtener una sujeción, un apoyo - dijo la intérprete. Siempre pensó que no se haría mayor, que la matarían antes, de modo que escribir, hacer collages y dibujos, suponía un modo de mostrarse y mostrar lo que sentía al tiempo que componía el mundo de manera no accesible al servicio secreto rumano.

En su pueblo natal se preguntaba por el campo, los animales, los acontecimientos cotidianos, le fascinaba el paisaje urbano, la vida en otra dimensión. Preguntas ingenuas, se podría pensar, pero era la estrategia de las palabras-salvavidas. Más tarde, en Alemania, las palabras recortadas se acumulaban en mesas esparcidas por la casa, desplegadas como un mapa secreto. Palabras que, identificadas desde la lengua rumana, poseen un significado diferente si se piensan en alemán. Los títulos de sus obras guardan un aspecto misterioso, o, al menos difuso: “El hombre es un gran faisán en el mundo”. En rumano alude a que es una presa fácil por su torpe vuelo; es grande y vistoso pero   se convierte en un blanco probable. En alemán, el faisán ostenta un plumaje hermoso,  revierte su significado y se obtiene así un calificativo sinónimo de arrogante. Pero ella escribe en alemán, aunque piensa, a veces, en rumano.
Los poemas se transforman en una imagen compuesta por palabras recortadas, de colores, tipografías y tamaños diferentes, un dibujo completa el poema, lo termina, lo cierra.
La muerte y la poesía, la poesía y el miedo, la humillación y la búsqueda de la dignidad transmutada en poesía, el rumor de las palabras al chocar, al expandirse, al mezclar los colores con la poesía oculta en la vida oculta, en la mente sin fisuras perceptibles donde se encuentra a salvo del expolio. El desglose de las palabras escuchadas y vistas, comprendidas y guardadas, el tesoro de las palabras, la imagen de las palabras, la reafirmación, la distracción del miedo, el control de la incertidumbre, la desazón, la pérdida de un lugar  y no de un propósito, el pañuelo en la escalera como único escritorio, el valor, la persistencia de querer ser, de ser aun en el hueco de una escalera. El contraste del sentido aleatorio de las palabras en lenguas diferentes, la metáfora frente al pragmatismo ilustrado, la concepción del mundo en palabras proyectadas en una pantalla, el dolor  de representar la vida en una postal llena de palabras recortadas para congestionar el miedo, para gestionar el miedo. La carencia de artificio, la desnudez del vocablo perdido entre el público ávido de sentido convencional, de corrección esquemática y la licuación metafórica acrecentada por la conformación de imágenes improbables. El azar, el miedo otra vez, la mente libre, el corazón prensado, la muerte verbalizada, el ansia de sobrevivir al engaño real, la fascinación por las ficciones paralelas igualadas a verdades paralelas, las vacas con nombre, las plantas y la cotidianidad de las circunstancias.
Tejido verbal y sustantivo que configuró un discurso de lucidez extrema sin dejar de lado la autenticidad.

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