Querido Sebastian:
Soy consciente de que el género epistolar está pasado de
moda, sin embargo, no me resisto a escribirte utilizando esta especie de
híbrido entre carta y mail que adquieren a veces los blogs. En el fondo me
resulta fascinante, podemos sintetizar la comunicación personal y al tiempo, que algunas personas más, pocas, me consta, asistan al acto de nuestro
encuentro. Imagino, salvando las distancias literarias, que esto podrían haber
hecho en esta época Virginia Woolf con sus Cartas a mujeres, Rilke con Cartas
a Benvenuta o Cartas a un joven poeta o Violet Trefusis y Vita Sackville -West,
correspondencia recogida en el magnífico libro Cartas de amor a Vita.
Esto es, evidentemente, una carta de amor correspondido,
aunque la forma de corresponder sea algo heterodoxa, como permite, y es de
agradecer, el tiempo que vivimos.
¿Qué amo de ti? La voz, te lo he dicho innumerables veces.
La reflexión, la forma de abrazarme, el respeto, el esfuerzo que haces por
comprender cuestiones que, inexorablemente, se escapan de tus manos aunque no
del resto de tus sentidos. Tu mesura, algo que compensa mi desmesura.
Al cabo de los
años, muchos, me sigues queriendo. Te lo he puesto difícil, estoy segura, no se me escapa el detalle.
Y termino, por
ahora, con un extracto de una de las cartas de Violet a Vita. No puedo decirlo mejor que ella para continuar nuestra perpetua conversación. Querido...
“Sé malvada, sé valiente, emborráchate, sé imprudente, sé
disoluta, sé despótica, sé anarquista, sé una fanática religiosa, sé una
sufragista, sé lo que quieras, pero por piedad te pido que lo seas hasta el
límite.
Vive, vive plenamente, vive apasionadamente, vive
desastrosamente. Vive toda la gama de experiencias humanas, construye,
destruye, vuelve a construir.
¡Vive, vivamos
tú y yo, como no ha vivido nadie hasta ahora, exploremos e investiguemos,
avancemos sin miedo por donde hasta los más intrépidos han titubeado y se han
detenido!”
Violet Trefusis
Una caricia epistolar que llega al alma.
ResponderEliminarBailar como adolescentes, experimentar rubores y palpitaciones en la danza sobre un filo de navaja donde se instala una prohibición lacerante y placentera. Misterios sutiles que generan complicidades inexplicables.
Sí, al cabo de los años te sigo queriendo. Amo tu talento, tu sensibilidad, tu sentido del humor, tu pasión por el arte, tu escritura, tu ternura, tu sonrisa...
Sin embargo, querida Berliner, mi estima hacia tu persona toda, está más cerca del afecto Clayton/Krall que de los amantes de Teruel. Eso sí, si llego a pasar por el Ayuntamiento el día que te caiste te hago el boca a boca.
Querida...
Sebastian Lubeck.