Capaz o incapaz
Jeux d’enfants o Quiéreme si te
atreves , título con que el film se estrenó en nuestro país. ( Yann Samuel,
2003)
La historia trata de un juego, de
un reto constante que apunta como fin el de ser capaz o incapaz de amar, parece ser.
Diálogos interesantes, nutridos,
y personajes que evolucionan de manera transversal, cruzándose sin tregua.
El carácter irracional de los
retos que se proponen el uno al otro desbancan cualquier concepción que se
pueda tener sobre comportamiento cívico, responsabilidad o respeto mutuo. La
transgresión se convierte en el
arma que esgrimen para rebelarse ante todo, incluidos ellos mismos. Una y otra
vez cargan contra su relación o
sus propias vidas, no podría ser de otra manera. Es un film con tintes
surrealistas, en el que, opino, el matiz romántico es superado ampliamente por
una subyugante atmósfera modernista, el afán de epatar crece a medida que
maduran los personajes.
Pretexto íntimo.
Comparten algo esencial, el dolor
de no aceptar sus vidas, eso los une desde un principio. La estrategia evasiva
que inventan transfiere a su existencia un valor añadido: la complicidad. Si
los personajes madurasen al ritmo de los sentimientos, el reto consistiría en
no dar vueltas para vivir la historia, trascender el placer de retar , no
obtener el beneficio del poder sobre el otro sino disfrutar del estímulo que la otra persona proporciona sin
tener que jugarse la vida, humillar y humillarse, abandonar, olvidar,
reencontrarse… Pero entonces, tal vez, no habría película.
La historia se
vuelve tan claustrofóbica que parece imposible encontrar otro modo de que
acabe. Realmente el final recuerda a otros títulos en los que los personajes se
ven abocados, de un modo u otro, a un destino fatal, sublimado, en este caso,
por el hecho de que nunca han reconocido amarse, hasta el último instante. Y
quizá , ni siquiera entonces. Admiten que hubieran sido capaces, no que lo
hayan hecho.
Lo verdaderamente curioso es que
vivan-mueran con la excusa de un juego. En el fondo de la historia persiste
la frustración capaz-incapaz de vivir sin retos, sin la motivación permanente
de que otra persona espere una respuesta y ello exija un rocambolesco
desenlace.
Pretenden, de manera continuada, superar la hazaña del otro personaje, ser cada vez más crueles, más ingeniosos,
más transgresores. Rezuman tiranía y avidez por elevarse sobre sí mismos para
pisotear la anterior propuesta. Muestran un deseo obsesivo de posesión, mas, no
con el fin de amar, entiendo, sino para no perder parte en el juego y así, perpetuarlo eternamente. Se trata de
una extraña combinación de extremos que se atraen y afinidad hasta las últimas
consecuencias. Interesante con matices.
En ocasiones, en el cine, las
relaciones también se tejen en función del poder de una persona sobre otra,
en el pulso que las obliga a mantener la tensión sin que se resuelva en empate,
como sería deseable, compartir el riesgo, asumir la responsabilidad a partes
iguales, y el placer, por descontado. Sólo quedan igualados ante la muerte. ¿Moraleja?
La vida está plagada de historias
así. Quizá no haya por medio una bonita caja con intercambios múltiples, sí es
posible que haya una bonita amiga, pero las reglas vienen a ser las mismas. Y a veces, resulta obvio, consentimos que
el tiempo pase jugando. El carrusel:
ficticio. El dolor: real.
Nos autoconvencemos de que sin
ese juego es imposible seguir. Justificamos los medios: el placer obtenido es superior, con diferencia, a cualquier otra experiencia por intensa que sea.
Prolongamos la escena, el extremo de una espiral enlaza con la siguiente hasta
convertir nuestros sentimientos en una oscura maraña , y a poco que nos
descuidemos, nos cae encima el líquido viscoso de una hormigonera. Aunque
metafóricamente, el resultado es idéntico.
En ese instante lo habremos
conseguido. Seremos dueños de un bonito corazón-cadáver coronado por
serpentinas. Sin duda debe parecer romántico.
Llegados a este extremo, me
declaro definitivamente incapaz de continuar el juego.
Habría que atreverse...
ResponderEliminar" Hay algo que nunca me pediste y habría sido capaz..." Sólo son palabras, un juego, una película, pero sabes que habría sido capaz.
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