jueves, 29 de julio de 2010

Volver a Rayuela

"La vida que está ahí, al alcance del salto que no damos" J. Cortázar


Desde mi trinchera observo el mundo. Me separan de él apenas

unos metros. Un ojo en la prensa el otro buscando qué sé yo,

una mano en la taza de café, luego las dos en el teclado, un dedo

taponando la vieja herida de irrealidad que aparece y desaparece

en años alternos, en meses alternos.

Mi cabeza deambula a 2 metros sobre mi cabello.

Curiosa imagen si decidiera ponerla en práctica.

¿Duplicaría mi cabeza para volverla a poner sobre el espacio en el

que debería estar ? ¿Haría una versión más tenue,

contorneada con difusores para dar sensación de irrealidad?

¿Cómo representaría mi cabeza sobre mi cabeza, una real y otra ficticia?

¿Cómo sé que la real es la que en verdad se posa sobre mis hombros?

¿Cómo puedo asegurarme de que no soy más la loca perdida que

la cuerda con la cabeza perfectamente definida en un contorno

de tinta preciso, mientras la otra, la que sobrevuela en busca de mis

hombros, que aún no han dado el salto, se desespera en un contorno

desvaído y pardo, como los cromos añejos que usábamos de niñas,

cuyo color palidecía de tanto poner la mano encima para girarlos

y ver, por fin, la verdadera imagen que ocultaban?.

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