miércoles, 19 de noviembre de 2014

A lo mejor ...la guerra



“A lo mejor la  guerra llegó antes que el tejado”.  Herta Müller y “Todo lo que tengo lo llevo conmigo”.




Me dormí con esta frase, me desperté con ella. 
Trataba de identificar el  momento en que las cosas no salen como se prevé, pero son tantos…
Tras los cimientos llegan las paredes y luego el tejado. Sin embargo, en esta ocasión el tejado no llegó, la casa quedó inacababa para siempre. La guerra llegó antes.
La expresión no permite una idea cerrada. Cualquier circunstancia en la que las previsiones no se cumplen queda implícita en esta proposición. Todo en suspenso: el orden lógico del devenir de los acontecimientos, la premisa inicial, la consecuencia .
El resultado incuba un cáustico sustrato de sinrazón. La guerra llegó antes, a lo mejor.
En realidad ¿ qué momento se puede discernir como  “tejado”? Suele ser tan breve que más se parece al impermeable ocasional de un sólo uso,  de esos incapaces de resistir un aguacero en condiciones.  Nada es para siempre, porque, además, la guerra suele llegar antes.
La incertidumbre es más que un principio desentrañado para evaluar lo no evaluable en cuestiones científicas. Cabe casi todo, la vida entera cabe.
Las ocasiones para desperdiciar la ilusión cada vez son más escasas. Incluso sin hambre y con pan, los huesos siguen doliendo. 







martes, 4 de noviembre de 2014

La reinvención social , de menor a mayor


En palabras de Guattari, autor de Tres ecologías y motivador de este escrito, sin un modelo ecosófico  estamos desamparados.

La ecosofía, en términos globales, es tan imposible como la igualdad entre personas o la defensa real de los derechos humanos, obviamente teniendo en cuenta el contexto sociopolítico actual. Sin embargo, unificar visiones respecto a la ecología ambiental no nos parece extraño, es, desgraciadamente, el único aspecto que parecen respetar, entre comillas, algunos gobiernos.
Igualmente, defiende Guattari, la ecología social y la mental conforman , junto con la anterior, un todo indisoluble. El texto de Guattari es explícito y revolucionario pese a los años transcurridos desde su edición. Y lo es porque poco se ha argumentado mejor o nuevo. Es más, éste continua en los albores de la utopía. 
Que un texto de indudable sustento social no tenga necesidad de renovarse en 20 años o más, sí que es sintomático. Nuestra sociedad padece el mal de la ceguera cerebral, sólo resquebrajada por movimientos arrítmicos, aleatorios y controlados concienzudamente por el capitalismo. Vivimos en un sistema que, pese a haber mostrado abiertamente sus carencias,  la sociedad ampara sin el menor reparo en muchos casos y grandes contradicciones en otros. Pero la confrontación real con el sistema existe en algunos núcleos, no por minoritarios desdeñables, y, cada vez más, ocasiona descalabros abrumadores, de momento intelectuales, ya que colapsan  una concepción arraigada desde el nacimiento del capitalismo y la vinculación al mismo de las pseudodemocracias occidentales. Pero el eco que estas fisuras reproducen no alude a otra cosa que al quebrantamiento definitivo de un caparazón armado a base de laceraciones flagrantes del sentimiento colectivo e individual de ser sin pertenecer, contra la subjetividad que emerge y la colectividad que crea y crece respetando la singularidad.
En contra de la opinión sesgada que concentra la información en minorías desprotegidas, cabría matizar que tales minorías no existen salvo en el discurso falaz que esgrimen los gobiernos. La población desprotegida ante las leyes no es minoría. El abuso del Estado  no se orienta a una minoría. Las personas afectadas por prácticas que atentan directamente contra los derechos humanos, no son minoría.
Si el sistema-gobierno-estado se empeña en refrendar los aspectos minoritarios según sus intereses para salvar occidente y respaldar la especulación tanto intelectual como económica agrediendo directamente a un porcentaje amplio de la población, habremos de centrar la estrategia de manera mayoritaria.
No estoy haciendo referencia a España-Europa-Comunidad canónica europea, sino al conjunto de personas que padecen diariamente  prácticas abusivas incluyendo esta última configuración geopolítica.
La mayoría sobrevive con sueldos bajos, recortados paulatina o abruptamente, incluso con la pérdida del empleo. La mayoría soporta la contundente incompetencia de los gobernantes que amparan la corrupción, el desarme moral y económico de la ciudadanía, la desigualdad y la connivencia con exigencias externas de una minoría-gobernante de los países poderosos- y, en consecuencia,  la mayoría, extendiendo  fronteras o borrándolas, porque hablamos de derechos y eso es lo único que no se ha globalizado, padece hambre, violencia y discriminación, convive de manera permanente con conflictos armados en apariencia indisolubles, y genera, incomprensiblemente, la riqueza explotada por la minoría que, de hecho, posee las redes económicas y políticas. Luego, a efectos globales, padecemos los males que una minoría genera a partir de un abuso mayoritario.
¿Qué nos cabe esperar de un sistema que no concibe su propio fracaso y arrastra, o pretende arrastrar tras de sí a la gran mayoría de la población?
¿Un sistema que amputa derechos deliberadamente y cuenta con el consenso de las minorías que gobiernan el mundo?
Me cabe, nos cabe, la esperanza de que este sistema sea decapitado por la mayoría.
Una mayoría plural de cualidad singular.