miércoles, 1 de enero de 2014

El primer baile



 

" Dale a tu corazón una señal de que los vientos se cambian".  R. M. Rilke


No lo pensé demasiado, de haberlo hecho me habría perdido una tarde genial.
Anunciaban clases de swing en una asociación . Asistí sola, de modo que todo era absoluta y encantadoramente nuevo, como descorchar una botella. Había olvidado la sensación de divertirme sin más, sin expectativas, hacer algo por puro placer, y resultó reconfortante… no era mi primer baile.
Con el tiempo me he acostumbrado a que las cosas con  que disfruto sirvan a un propósito futuro, algo más pragmático. Dibujar para vender una ilustración, trabajar para vivir, escribir para lograr una buena nota en mi expediente... todo se rige por la vocación de ganar el dinero suficiente u obtener algún tipo de beneficio formativo y útil. Nunca fue así mi vida, pero imagino que las vivencias ceden parte del espacio de los sueños a la realidad, es la imposición de madurar, un precio como otro cualquiera.
En el primer día de 2014 rememoro mi antigua vida, la que dibujaba trazos imperfectos y sesgados por una fantasía sin límites, y la echo de menos, a veces. Sin embargo  debo admitir que el pasado ha configurado una manera nueva de ver las cosas. No hay una ausencia total de ficciones, sino un discernimiento necesario, la segregación de dos vidas paralelas ancladas una en la otra sin disolución y con premisas diferentes. Por un lado, atender y ocuparme de aspectos que hasta ahora sólo me preocupaban en abstracto, y por otro, un filtro poderoso y versátil que me permite disfrutar del tiempo involucrada en  tareas agradables. Es posible que haya descubierto mi vocación, ser dos y no saberlo, transgredir mi propia naturaleza para sentir como necesarios el pragmatismo y la ensoñación en distritos colindantes e impermeables. Algo que manejo al margen de las circunstancias cuyo aprendizaje ha sido realmente duro, no exento de contratiempos y doloroso en el sentido amplio del término. ¿Cómo se traduce eso en la realidad? Bien, es novedoso encontrar en mi programa ideas diferentes sobre las relaciones en general y la renovación del espacio que éstas ocupaban en mi vida. Al tomar conciencia del papel que desempeño en la vida de otros también lo hago del que ellos desempeñan en la mía. No siempre es fácil, pues  como al analizar una obra de arte, jamás se llega a saber todo. Nos hallamos condicionados por el equipaje, el de mano y el facturado, incluso el perdido en otros aeropuertos y que nunca reclamamos. Esto no impide que, junto a esta conciencia, nazca la responsabilidad sobre los actos, el cuidado, el amor , el respeto, el deseo de continuidad, y también  el verdadero rostro, la imagen especular que me devuelven los otros, algo que quizá no estuve en condiciones de aceptar en todo momento, pero que forma parte esencial del todo que soy. 
Ignoro si el ser humano es capaz de cambiar, lo que sé es que puede aprender, y tras el aprendizaje, el canal se disgrega en dos corrientes alternas de vivencias casi simultáneas pero no contaminadas, sin culpabilidad. Como resultado, erradico mi mayor dificultad para disfrutar sin anticiparme a lo inevitable, el fatum queda en segundo plano. Cada tiempo dedicado pertenece a ese momento o a esa tarea.
Sí, ya sé que para muchas personas esto es habitual, pero he empleado todos mis años en aprenderlo . Es curioso valorar los antecedentes, en la vida como en las novelas la realidad no surge casi nunca de la casualidad. Aunque los protagonistas no lo sepan, el artífice del devenir no es ajeno a estos manejos. En ese aspecto encuentro interesante un análisis, aunque superficial no desdeñable, del pasado. Las referencias pueden ser numerosas pero con algo de perspicacia se encontrarán puntos comunes de resolución de conflictos, toma de decisiones, etc. . La pregunta cómo he llegado hasta aquí contiene la respuesta en sí misma, o mejor, la multiplicidad de respuestas, todas reveladoras si se quiere ver.  No desestimo ninguna vertiente que me ayude a comprender de qué modo una persona acomete tareas de supervivencia emocional y pone a salvo esa parcela imprescindible de forma coherente. Es la única manera de continuar en liza  sin afrontar cada día con la ingenuidad de un principiante en el primer baile.