martes, 26 de octubre de 2010

Cuál/quién es mi amor de nunca?

Podrían ser todos los amores que no se quedaron, supongo, los que no
llegaron, los que no están aquí.
Mi amor de nunca es, imagino, el que me salva de la realidad de siempre.
El que me dibuja pájaros en la cabeza y deja un hueco para ficciones en los
márgenes de la rutina, tan prosaica ella, tan elemental.
El mismo que me permite hablar sin avergonzarme de todo esto...
con la que está cayendo, y yo aquí, pintando corazones.
Y aunque vislumbro más o menos qué es, temo que se trata sólo de una
búsqueda, como lo define magistralmente C. Peri Rossi, una quimera.

QUIMERA VENCIDA (C. Peri Rossi)

Dos que van juntas al cine
y se sientan en la última fila
para besarse acariciarse tocarse

no están viendo sin embargo la misma película

Dos que caminan juntas por la calle
de la mano y con igual paso
mirándose mimándose mesándose

no caminan sin embargo por la misma calle

Dos que duermen juntas en la cama
seno en pos de seno boca con boca mano con mano
respirándose anhelándose sorbiéndose

no sueñan sin embargo el mismo sueño

Dos que hacen el amor apasionadamente
a un lado y a otro de la cama
-duplicadas en el espejo oval-

no se aman sin embargo de la misma manera
quizás de ninguna


ecuación imposible
soledad intransferible
que sólo la quimera
puede sostener


y la quimera
yace
debajo de la cama
sin aliento
vencida por la realidad.

sábado, 9 de octubre de 2010

Palabras quemadas

"Te he de buscar, pequeña y sin raíces, amor de siempre, amor,
amor de nunca".
F.García Lorca (Poeta en Nueva York)


Quemé la única carta de amor que me ha escrito. Y lo hice por eso,
precisamente , era la última y la primera carta en 18 meses.
Es curioso. Las palabras de amor al arder, aparentan igual que
las otras. Podría haber quemado el rencor, el cansancio por la
infinita intolerancia que nos acompañó en este naufragio.
O la desconfianza, de esa, íbamos sobradas.
Ella en la relación, yo en ella. Pero quemé las palabras. Hería
profundamente ver escrito cuánto me amaba, ese trazo de tinta con
caligrafía perfecta y fluida removía mi hígado y mi cerebro.
Mi corazón se desplazó al estómago y se colapsaron.
Sólo quiero beber y no pensar. Living Las Vegas en versión cutre y sin chica.

Todo lo demás es humo. Palabras quemadas.


sábado, 2 de octubre de 2010

Sin título, al fin.

Aquella tarde miramos tristemente cuánto habíamos amado
en común. No hay que dramatizar, me dije, apenas cuatro cosas.
No hay que dramatizar. Sólo reconocer, con toda la razón que me
quede intacta, que no es mucha, que el amor es un juego solitario,
como sentencia E. Tusquets, y que al final de esta historia
compartíamos más que en toda la trayectoria, apenas visible ya,
de nuestro tiempo juntas.
Ahora hacíamos esfuerzos por entretejer la complicidad,
por darnos tiempo, treguas sin fin, placebos ilimitados. Ahora.
Sin embargo, cada palabra perdida arañaba la piel, nos desgastaba el
brillo de los ojos y casi se podía percibir, mirando fijamente,
un surquito de hiel ramificado desde la pupila atravesando
todo el globo ocular, matizando la luz, convirtiéndola apenas en
un candil reservado a emergencias.